Teoría y práctica del voto

El 2 de mayo, las panameñas y los panameños harán por lo menos algunas de estas cosas a propósito de los comicios nacionales: Votarán por los candidatos que estimen más aptos para gobernar (además del presidente de la república, en un sentido amplio, los legisladores, alcaldes, representantes y concejales, también gobiernan). Otros apoyarán con el voto a sus amigos personales y copartidarios, no porque los crean los más aptos para gobernar, sino porque piensan que "podrían hacer un buen trabajo" y, sobre todo, recibirán con toda probabilidad una ayuda, de salir triunfadora la persona cercana.

Otro grupo utilizará el voto como una herramienta contra algo. Aquí hay por lo menos dos variantes: los que quieren destruir, acabar con algo, y los que quieren impedir o prevenir que algo surja, o que, existiendo en forma incipiente, se desarrolle. Los que están animados por el espíritu destructivo se acercarán a las urnas como quien se aproxima al bosque llevando una sierra eléctrica; los que desean más bien prevenir, evitar que algo o alguien llegue al poder, se comportarán como quien usa una "bomba de flit", aguzando la mirada en cada rinconcito para descubrir las alimañas y ponerle término a la peste.

Es difícil, mas no imposible, encontrar estas formas de voto en forma pura. Seguramente la mayoría de las personas disponen de un rango más o menos diverso de motivaciones que son los que definen su conducta a la hora de votar. Por eso, es mejor organizar el sentido del voto a lo largo de dos grandes ejes, como se hace en geometría. Un eje horizontal describe el peso específico de los valores.

Mientras más se acerca al cero menos importancia tienen los conceptos de democracia, integridad, desarrollo, estado de derecho, respeto a la ley, etc. Las magnitudes negativas comienzan a crecer de este modo: "voto porque es uno de los nuestros, aunque el otro candidato sea mejor", "voto porque voy me van a nombrar en el gobierno", "voto porque obtendré jugosos contratos con el gobierno", "voto porque voy a tener influencia en el gobierno", "voto porque voy a abusar impunemente".

El segundo eje es el vertical y organiza el voto según sea a favor de algo o en contra de algo. Esto quiere decir que cuando se está muy cerca del cero, la pasión es poca. Las magnitudes elevadas, ya sea en positivo o en negativo, significan que el votante "siente" que se voto es muy importante, ya sea porque es a favor de algo o alguien, ya sea porque es contra de algo o alguien.

Ese enganche afectivo es un indicador de lo cercano que es la política para la gente. Si mucha gente siente muy fuerte en relación con el próximo torneo electoral, esto quiere decir, que espera mucho de él, que piensa que una cuota importante de sus oportunidades tienen que ver con los resultados de las elecciones, y por ello está dispuesto a arriesgar opiniones propias, trabajar como voluntario en las campañas y participar de diversas formas, incluso mediante donaciones.

Una vez que tenemos claro nuestros dos ejes, vemos salir de el cuatro cuadrantes: en el primer cuadrante (parte superior a la derecha), encontramos el voto ciudadano, aquel que persigue fortalecer la democracia. Su apego a los ideales democráticos puede conocer una variedad de interpretaciones y una intensidad variable, lo mismo que su pasión por un candidato o partido. En el segundo cuadrante (parte superior a la izquierda), está el voto clientelar, aquel que piensa que todos los candidatos son más o menos lo mismo -el factor más o menos democracia no entra, en realidad, en juego- y la definición por uno u otro se da en función de las ventajas que se podrían obtener.

Es claro que una persona de limitados recursos que se encuentra desempleada y que vota por un determinado candidato con la expectativa de obtener un empleo en el gobierno, está ejerciendo un voto clientelista, de la misma forma que lo hace el empresario que se piensa favorecido cuando el candidato se siente en el trono. Pero en ambos casos, la intensidad de ese compromiso puede ser muy variable, lo mismo que el entusiasmo con que se acude al escrutinio.

Vayamos a nuestro tercer cuadrante (parte inferior a la izquierda): este es el voto táctico, que se produce por la motivación específica de ir contra un partido o candidato, por lo general fuerte, pero por razones que no tienen nada que ver con los ideales democráticos. Muchas veces el status quo vota de esta manera, pero también puede votar así activistas y militantes de izquierda que enfrentan las elecciones con una desesperanza casi total y piensan que lo único que se puede hacer es impedir que gane el peor (el peor desde su óptica, claro está).

En el último cuadrante se encuentra el más conocido de todos los votos: el voto castigo. Esta es la gente que sale a votar, normalmente, contra el gobierno, o más exactamente, contra el candidato oficialista. El voto castigo también conoce una amplia gama de pasiones, y, a veces, estas pueden ser muy intensas. Pero si algo hay que rescatar del voto castigo es que la indignación que lo impele proviene del sentimiento de que se han violado los principios más fundamentales de la convivencia democrática, y de que las elecciones son una buena oportunidad para demostrar quién tiene en última instancia el poder.

No en pocas ocasiones, una mayoría ciudadana saluda las elecciones como la ocasión para defenestrar, civilizadamente, a los que han traicionado las promesas y pisoteado las esperanzas del pueblo.

Todos los otros tipos de voto tienen que ver con algunas de estas formas básicas. Es imposible saber a ciencia cierta cómo están constituidas las motivaciones de los electores en estos momentos. Hay que tener la absoluta certeza de que han variado en el pasado reciente, y que continuarán variando en los próximos meses hasta el día mismo de las elecciones. Varían porque las motivaciones no responden solo a las inflexibles estructuras del carácter, sino que están conectadas con eso que se puede denominar el "día a día".

Hechos que ocurran durante las próximas semanas pueden alterar el patrón de motivaciones de las personas. Las campañas electorales, lógicamente, van a intentar modificar esas motivaciones en su beneficio. Las encuestas de opinión, las que están hechas con un aparato científico y técnico apropiado, y de las cuales solamente algunas se publican, son un termómetro idóneo para anticipar cómo se comportarán los electores el 2 de mayo.
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Martes 13 de enero de 2004
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